SOY TERESA TÁBOAS, DOCTORA EN ARQUITECTURA
La casa como reflejo de un pueblo. Podríamos hacer a través de ellas un seguimiento histórico de las transformaciones sociales en las formas de habitar al través de las arquitecturas de nuestras casas. La vivienda como refugio de un público, de lo de “fuera”, la vivienda como salvaguarda de lo propio, contenedor de la memoria particular. Pero no podemos olvidar que la casa, a su vez, habita el lugar común, el territorio, el contenedor de la memoria colectiva. Y de igual manera que la vivienda cobija la base estructural de nuestra sociedad por ser el espacio físico de la célula familiar que provoca el cambio contextual de la vida pública, el territorio acoge al conjunto de individualidades converténdoas en un todo. Y esa raya que cierra y protege, también abre y comunica con el “fuera”. Y es así que dos espacios opuestos y distintos son complementarios, porque la casa desde la conciencia del “mio”, que es el mayor símbolo de la propiedad y de la privacidad, desenvuelve el espacio social, el lugar común. Territorios ambos los dos que nos identifican como pueblo, porque en definitiva los espacios físicos son espacios sociales, y la vivienda no hace mas que reflectir la situación de una sociedad, al mismo tiempo que estructura hechos sociales. La casa es un territorio, y el territorio es nuestra casa común.